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Escrito: ANDANDO ENTRE SUEÑOS
Andando entre sueños vislumbraba
el camino que la llevaría hacia la felicidad, que la relajaba, que le permitía resolver
su propio destino, escoger… y arrancar desde cero; nuevas pinceladas para
pintar un futuro a su gusto.
Empezaría por decidir
dónde vivir, tenía que ser un lugar placentero, de polución límpida y cerca del
mar, quería escuchar las gaviotas al levantarse y los grillos al anochecer,
poder pasear por la playa cada día y respirar brisa salada para enjabonar los
sentidos, saber que si el día era duro, el final sería apacible. Tenía claro el
color de las paredes, paleta de cálidos y fríos silvestres, y pocos muebles…
espacios ampliamente aireados y mucha luz… rayos entrando por el ventanal de
cortinajes inquietos y translúcidos; portal a la terraza, un mirador nítido del
horizonte interminable y curvo, devorador de Lunas y espléndidas puestas de
Sol, y poder despedir el día descalza, tomando una copa de vino a la intemperie
y respirando silencio entre candelas al contemplar una nueva postal, única, instantánea,
pintada por la Naturaleza segundo a segundo.
Y al despertar, acurrucada
junto a la almohada, desperezarse tendiendo brazos y piernas hacia el infinito crepitando
su interior y abrir los ojos a un nuevo día por descubrir, más especial que el
anterior, lleno de acontecimientos por disfrutar, y sobre todo, poder decidir
una vez más el qué, el cómo y con quién… preparando unas tostadas o un zumo de
naranja.
Y nada más… el resto lo
dejaría en manos del destino, que la sorprendiera minuto a minuto y la mimara
entre algodones y sedas, porque a partir de ese momento, sólo viviría, se había
acabado desvivirse o simplemente sobrevivir, quería sentir su Yo interior con
frescura y entrega para sí misma, los demás, simplemente bailarían a su
alrededor o con ella, pero sólo eso… bailar… mientras, ella soñaría deseando no
despertar jamás.